miércoles, 12 de octubre de 2011


LA BOMBILLA DE MI CUARTO

Tengo en mi cabeza un pequeño lugar de descanso, al que llamo: "bombilla de descanso".
En ella deposito todos los proyectos que no puedo desarrollar en el día a día, también aquello que he aprendido pero que no puedo hacer uso. Guardo en este cuarto los sentimientos, los besos, los "buenos días", y las "gracias que no he dicho , y mi cuarto de descanso se hace poquito a poco más acogedor.


"La bombilla de descanso" aparece cada mañana desahuciada, con las paredes descubiertas de papeles que luchan por alzarse de nuevo en pié. A medida que de mi boca salen palabras bonitas, una brisa fresca levanta un pedazo de papel. Cuando uso mis brazos para ayudar, el suelo de mi cuarto se vuelve cristalino, tanto que puedo ver reflejado mi rostro.
Me siento al lado de un ciego y comparto mi mundo. El comparte el suyo tocándome con la yema de sus dedos. Entonces, una pequeña chispa se enciende en"la bombilla". Mientras giro la cerradura de la casa, oigo unos pasos firmes a lo largo del pasillo y pienso "es mi madre". Sé que alguien me espera, un sentimiento que insufla el frágil cristal de mi bombilla.

El cuarto se convierte en una salita con muebles pequeñitos, adaptados a esas cuatro paredes que parecen interminables, fundiéndose en lo alto con mi imaginación. Allí, a varios millones de kilómetros de papel bosquejado, hallo la tenue pero creciente bombilla.
Una pequeña, que se alimenta de todo lo que me reservo a realizar, o bien por falta de tiempo, o bien por falta de motivación.

Entonces,  cuando el sol comienza a caer por la ladera de las montañas y deja de alumbrar la sombra de mi cuarto, se enciende la bombilla y me inunda de colores, sabores, deseos y afecto "la bombilla de descanso".

Las paredes se cubren, el suelo resplandece, los muebles engrandecen y las paredes se abren paso para  fluir libremente la imaginación. Se filtra por doquier, llevándose las ideas de otros muchos cuartos, arrasa con lo que ve y oye, lo caza absolutamente todo.
Y de pronto, como si no viniese al caso, mis ojos se abren pletóricos de deleite y digo alborotadamente, para que se entere el mundo que me rodea: "¡SE ME HA ENCENDIDO LA BOMBILLA!"


(La creación de las ideas, Llarina)

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