"EL TRABAJO DEL SOÑADOR"
Durante el día el hombre es un ser realista, capaz de tomar decisiones y de poner por delante cualquier problema laboral antes que el sentimental. Pero ojo, no todos los "terráqueos" son iguales.
En la noche, cuando el empresario, el profesor, el doctor, posa su cabeza en un suave almohadón de plumas bien mullido, el Soñador abre los ojos al grito de: "¡A TRABAJAR"!
¿Que ocurre?, se preguntarán. No todos los horarios laborales respetan la hora y momento del día. Sólo una clase de trabajadores, los Soñadores, pueden ejercer este labor, tan sucio y desconocido, tan pulcro y sabido por muchos, y también por pocos.
Algunos creen ver una sombra humana proyectada sobre el suelo grisáceo de las calles desamparadas...
Las farolas vagamente indican el camino a seguir. Pero es mejor así, paseando entre el desfiladero del sueño y la vigilia.
¿Pero quién sera?, pensarán ustedes.
No tiene nombre a menos de que usted se lo quieran dar. Forma cualquiera puede adoptar, pues el Soñador está experimentado en complacer todos los gustos de sus clientes.
Si, el soñador trabaja por y para nosotros. Es nuestro esclavo mas fiel y servicial, el que nos transporta a una vida bilateral, programada para ser llevada como más guste a cada uno.
Es anónimo el Soñador y también su recurrente cliente, pero a veces, éste revela los secretos más prohibidos, los que sólo se sostienen en la marea escurridiza de las quimeras.
Cada persona, por incrédula que sea, por poco que viva al caer la esfera del día, es capaz de convertirse en la estrella de sus noches.
¿No es fantástico el trabajo de soñador?pienso entre las sábanas.
Y ahora que han engarzado la vaga idea del autor, he aquí un ejemplo de como cambiar su trabajo por el de un Soñador
― Debería cambiar de trabajo y ser Soñador.
― ¡Pero te tacharían de iluso!― me advertía zarandeando los brazos mi amiga de guardería.
― No me importa, ninguno de los trabajos de mis anteriores vidas ha sido interesante. Es más, en todos éstos siglos no he experimentado otra cosa que desasosiego y vejación de los otros.Mi compañera, quién me había seguido a todas partes desde que tengo memoria, jugaba con la tierra, dibujando espirales en sentido de las agujas del reloj.
― Pero me dejarás sola...― sollozó con los ojos acuosos.¿Les hubiera estremecido, verdad? Su compañera del alma dolida por sus palabras y sus decisiones. Yo tampoco fui la excepción. Sus lagrimones, que caían en picado sobre los surcos de la espiral, me hicieron estremecer como nunca jamas hubiera pensado.
― Acompáñame, Lucidez. Juntos, nos introduciremos en las entrañas del ocaso. Disfrutaremos como muchos lo hacen, confundiendo la verdad con los tejemanejes del Soñador.
― De acuerdo, Cordura. Te seguiré hasta los confines de la Razón.Aprovechando una de las múltiples tardes, fuimos a acostarnos. Las barreras de un cuerpo diminuto pronto desaparecerían. Mi compañera recorrió por última vez su nuevo cuarto, tocó las muñecas, los lapiceros, los ositos peludos que miraban acomplejados la vitalidad y movimiento del ser vivo...
El sol se ponía y agarré fuertemente la mano de Lucidez. Gimoteó en dos ocasiones, y luego guardó silencio.
La media naranja por fin se escondió y sorprendentemente nuestros ojos se iluminaron. Veíamos non nitidez todo cuanto deseábamos en la vida diurna. Animales extinguidos hace millones de años, fuentes de chocolate inagotables, seres mitológicos con cómicos seudónimos, viajes a planetas desconocidos, conversaciones con personajes de la Historia como Hitler, Platón o el mismísimoAustralopithecus(a base de signos y sonidos guturales)...
― ¡Cordura, no puedo creer que quisiera perderme esto!― exclamó emocionada, llenándose de alegría.
― ¿Lo ves, Lucidez? No todo está en lo lógico, lo formal y lo teórico. Estaba seguro de que respetarías la magia que infunde lo ilógico, informal y práctico de la vida nocturna.
Finalizado el cuentecillo, quizás tengan interés en saber cómo abandonaron las fronteras de la Razón. Un pequeño salto de astronautas, en una recóndita superficie lunar les jugó una mala pasada. Aquella caída fue un cráter que no hizo más que impedir que sus ojos se abrieran ante el peligro de una terraza abierta situada en un sexto piso.
Así pues, concluye la historia de un traslado de trabajo apresurado. Quizás Cordura no hubiera hecho demasiado caso a Lucidez y por eso, no escuchó que los extremos son viciosos. No se puede ir desde la Razón al Sinsentido sin experiencia alguna, porque el trabajo de Soñador requiere el estudio y la práxis como cualquier trabajo diurno.
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